Aun antes de que haya palabra en mi boca, he aquí, oh Señor tú la sabes todas. Salmo 139:4. La Biblia nos dice que Dios conoce todos nuestros pensamientos y toda palabra que pronuncia nuestra lengua (Salmo 139:1-4). Y cuando no sabemos por qué orar, "el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles" (Romanos 8:26). Estas verdades biblicas nos aseguran que podemos tener comunicación con Dios incluso sin decir una sola palabra, porque Él conoce las intenciones y los deseos de nuestro corazón. ¡Qué consuelo para cuando estamos perplejos o muy angustiados! No tenemos que preocuparnos si no encontramos las palabras para expresar nuestros pensamientos y sentimientos. No tenemos que sentirnos avergonzados si a veces nuestras oraciones se encuentran a medio acabar. Dios sabe lo que íbamos a decir. No tenemos que sentirnos culpables si vagan nuestros pensamientos y tenemos que luchar para mantener la mente enfocada en el Señor. Y a propósito, no tenemos que preocuparnos por adoptar una postura en la oración. Si hemos envejecido o tenemos artritis o tenemos algun problema muscular y no podemos arrodillarnos, no importa. Lo que Dios le interesa es la postura de nuestro corazón. ¡Que Dios tan maravilloso! Por mucho que titubees o que tropieces en la oración, Él te escucha. Su corazón de infinito amor responde a las nesecidades y emociones de tu propio inarticulado corazón. Así que sigue orando. "La oración no requiere elocuencia, sino fervor." |
martes, febrero 28, 2006
CUANDO ES DIFICIL ORAR
domingo, febrero 19, 2006
Cristo quiere ver brillar nuestra luz
Dios quiere que brillemos. No todos podemos ser faros, pero cualquiera de nosotros puede ser una velita de sebo. Una lamparita a veces puede hacer mucho. El incendio de Chicago se debió a que una vaca, de una patada, volteó una lámpara . Cien mil personas, como resultado, perdieron sus casas y sus posesiones. Que no te haga creer Satanás que porque no puedes hacer grandes cosas, no puedes hacer nada.
martes, febrero 07, 2006
EL VALOR DE UN ALMA
Mientras que un anciano caminaba por la playa, vio que un joven, unos pasos adelante, iba recogiendo de la arena estrellas de mar, que luego arrojaba al mar. Por último, al llegar hasta el joven, el viejo le preguntó por qué hacía eso. La pregunta fue: Las estrellas de mar extraviadas en la arena morirían si las dejaba allí hasta que el sol calentara la playa.- Pero hay muchos kilómetros de playa, y hay allí millares de estrellas de mar. ¿Habrá alguna diferencia después de ese esfuerzo tuyo?- objetó el anciano. El joven miró la estrella de mar que tenia en ese momento en la mano, la lanzo al mar, y replicó: Para esta sí habrá diferencia.
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